Jueves 6 de marzo de 2008

LA IGLESIA Y CRISTINA CONTRA LAS MUJERES

Como seguir la lucha por el derecho al aborto

Desde que asumió la presidencia, Cristina Fernández se encargó de demostrar que ’cuando quiere’ es una persona que hace lo que dice. Si durante la campaña dejó clara su opinión contra el aborto, después de asumir se abrazó con el cardenal Bergoglio al que nuevamente le ’confesó’ su férrea oposición a la despenalización, lo que le valió la bendición y pleitesía del principal vocero de la ’reconciliación’ con los militares genocidas.

Desde que asumió la presidencia, Cristina Fernández se encargó de demostrar que "cuando quiere" es una persona que hace lo que dice. Si durante la campaña dejó clara su opinión contra el aborto, después de asumir se abrazó con el cardenal Bergoglio al que nuevamente le "confesó" su férrea oposición a la despenalización, lo que le valió la bendición y pleitesía del principal vocero de la "reconciliación" con los militares genocidas.

Para que no hubiera duda, Cristina designó como ministra de Salud a Graciela Ocaña que, sin vacilar, afirmó que "La cuestión del aborto es un tema de política criminal" (Pág/12, 26/12/07). Así, la "hormiguita" barrió de un plumazo la (im)postura de su antecesor Ginés González García, que mientras no tomaba ninguna medida al respecto, hacía declaraciones rimbombantes a favor de la despenalización. La etapa del doble discurso kirchnerista se terminó. Para la vida de miles de mujeres no hay ningún cambio: antes como ahora el aborto es ilegal y el gobierno se niega a reconocer este derecho democrático elemental.

Claridad del gobierno, ambigüedad de las organizaciones de mujeres

Estela Díaz, de la Secretaría de Género de la CTA e integrante de la "Campaña Nacional por el Derecho al Aborto", afirma en Le Monde Diplomatique de febrero que "la actitud del nuevo gobierno sobre el tema no es aún del todo clara".1 Extraña afirmación. -¡A la jerarquía eclesiástica le quedó clarísima! Después de las declaraciones de Ocaña, integrantes de ese agrupamiento se reunieron con ella y le demandaron la creación de un registro público de médicos objetores de conciencia y el cumplimiento efectivo de la ley de abortos no punibles. A la salida de la reunión afirmaron: "reconocemos como gesto político el hecho de que la ministra haya recibido a las representantes de la Campaña" y "quedamos a la expectativa de los hechos".

Si con Ginés, que tenía un discurso más ambiguo que éste, "estuvieron a la expectativa" cuatro años sin obtener resultado alguno, -¿cuántos años y muertes de mujeres más habrá que dejar pasar para reconocer que fueron "falsas expectativas" las depositadas en la nueva ministra? Esta estrategia de un sector de las organizaciones de mujeres no es nueva. En los últimos años hemos sostenido diversos debates sobre cómo continuar la lucha por el derecho al aborto. Pan y Rosas planteó que "si bien podía entenderse -aunque no compartirse- la expectativa de algunas compañeras apenas había asumido el gobierno, hoy, cuando ya está finalizando su mandato, seguir esperando que nos otorgue alguna concesión no es más que un apoyo explícito a un gobierno que incluso, en los próximos cuatro años, con Cristina Fernández a la cabeza, se vislumbra como más pro-empresarial, contrario a la legalización del aborto."

Reiteramos una vez más: supeditar el reclamo y la lucha por el derecho al aborto al apoyo al gobierno, aunque esté en manos de una mujer, nos conduce a un callejón sin salida.

A las cosas por su nombre

En los últimos años, creció el apoyo a la despenalización del aborto. No obstante, la interrupción voluntaria del embarazo en condiciones seguras sigue siendo un privilegio para unas pocas. Quienes pudieron tener expectativas en que bajo el gobierno de Kirchner se avanzaría en la despenalización se vieron defraudadas. La presidenta está abiertamente en contra del aborto y, en la oposición, Macri y Carrió son otros antiabortistas recalcitrantes que también defienden los intereses de los empresarios y la Iglesia.

Hoy, contra toda ilusión reaccionaria y para que nuestra lucha se dote de una orientación realista, es necesario nombrar a las cosas por su nombre: Cristina no nos va a otorgar ningún derecho. Por eso, somos las mujeres trabajadoras, las estudiantes combativas y todos aquellos sectores dispuestos a luchar por nuestros derechos quienes tenemos que impulsar la organización y la movilización en todos los lugares de trabajo y estudio, para que también lo tomen en sus manos los gremios que nuclean a docentes, enfermeras, trabajadoras de la industria y los servicios, estatales, centros de estudiantes combativos, exigiéndole a la CTA que impulse una verdadera lucha para conquistar nuestro derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Organizarnos para luchar en forma independiente se torna una cuestión vital.

A fin del año pasado Pan y Rosas comenzó a impulsar, junto con otras organizaciones de izquierda, Comisiones de Lucha por el Derecho al Aborto en distintos lugares. Extendamos estas comisiones a nuestros lugares de trabajo y estudio para fortalecer la lucha impulsando múltiples y creativas actividades para sumar a más compañeras.




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